El sistema linfático se encarga de transportar los deshechos derivados de la nutrición de las células hasta la sangre, que posteriormente los lleva hasta el sistema excretor para eliminarlos. Los edemas aparecen cuando el sistema linfático no puede depurar ciertas zonas, por lo que los líquidos y sustancias se estancan. La presión que se aplica durante el drenaje linfático ayuda a arrastrar los líquidos retenidos hacia el sistema circulatorio y la sangre. Además de transportar las sustancias de desecho de las células, el sistema linfático también actúa como defensa del organismo; esto se debe a los ganglios linfáticos, unas estructuras que se sitúan en varias zonas del sistema y que actúan depurando los agentes patógenos y neutralizando los daños que puedan producir.
El hecho de que se acumulen líquidos en los tejidos puede deberse a varias causas, como un mal funcionamiento del propio sistema linfático, natural o inducido (este último debido normalmente a una extirpación de ganglios linfáticos, algo frecuente en el tratamiento quirúrgico de ciertos tumores). También se pueden acumular líquidos por causas que no tienen que ver con la linfa, como en el caso de edemas venosos, lipedemas, edemas traumáticos, edemas durante el embarazo, cirrosis hepática, malnutrición, etcétera.
El masaje que se aplica en el drenaje linfático debe seguir una serie de pautas determinadas que le permitan cumplir con su función:
El drenaje linfático manual mejora la circulación de la linfa y el sistema linfático.
El drenaje linfático se utiliza cada vez más en el área de oncología para el tratamiento de edemas traumáticos, linfedemas y complicaciones linfáticas derivadas de una cirugía. También se utiliza a menudo con fines estéticos. Los beneficios que aporta esta técnica son:
Aunque el drenaje linfático tenga numerosos beneficios sobre el organismo, en algunas circunstancias no es recomendable debido a los efectos que puede producir. Las principales contraindicaciones se dan en casos de:
Lo habitual es comenzar con los masajes drenantes tras los dos o tres días de la intervención, aunque siempre debes atender a las recomendaciones de tu especialista y deben ser practicados por profesionales. La duración de cada sesión también dependerá de la zona a tratar.
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